Thursday, April 28, 2011



¡¡A la salida!!

Por: Alberto Amórtegui

A: los que fuimos, somos y seremos.

La generación de los 70

El mundo de las nuevas tecnologías cada vez mas rápidas y certeras hacen que en un solo clic de ratón entres a espacio in imaginados, videoconferencias con países lejanos, envíes archivos más veloces que el viento, y también te conecten con el pasado. Un viaje a través del tiempo, como hace poco me a ocurrido a mi y creo que a un buen grupo de personas a las que el inevitable moho del tiempo amenaza con patina y sepia.

Por coincidencia o no, en uno de esos ratos ociosos se escudriña la pantalla colocando lugares al azar. Te conectas a Facebook, tecleas un nombre y… ¡plasss! Aparecen nombre, lugares y coincidencias. ¡Esta hay el nombre de un amigo el colegio, lo haces tu amigo. Él es amigo de otro amigo de otro amigo. Una cadena interminable de encuentros. Algo de esto me ocurrió hace algún tiempo, algo tal vez intrascendente para los jóvenes actuales adaptados a las mas rápidas tecnologías. Pero para nosotros los que rozamos la década de los 50 sorpresivamente maravilloso.

Esta historia vienen porque a Willy se le ocurrió la magnifica idea de juntar a los ex alumnos del colegio y lentamente fue creciendo una lista de enlaces. Hace pocos días el genial Willy colgó una fotografía actual de un edificio donde hace varias décadas funciono el teatro del barrio (Teatro Ezio. Colegio José Allamano).

Los comentarios no se hicieron esperar con un… “ Se acuerda de…” Marta Londoño, Lucia Mora y todos se inspiraron en memorias como torrentes de agua. El recuerdo de las izadas de bandera, de semanas culturales, de aquel maestro que enseñaba matemáticas, del director de disciplina que por lo bajito y sin que nadie se atreviera a decírselo de frente aunque él lo sabia llamábamos “Voz de tarro”. Gente que nos formo a fuerza de yunque o con la paciencia de un monje del Tibet.

Maestros que se esmeraron en que aprendiéramos el “To be, or not to be: that is the question”, o los que pasaban olímpicamente de todo, ellos en gran medida forjaron en nosotros mucho de lo que ahora somos. Junto a los maestros las memorias construidas con los compañeros, El cuaderno preguntón, los robos descarados a Doña Pepa y sus mogollas, la leche en polvo y el queso holandés que regalaba Caritas y que por alguna razón que aun no comprendo no se repartía entre los estudiantes.

La banda de guerra dirigida por un hermano consolado que le ofrecía dulces a los niños si lo acompañaban a traer algunos instrumentos… la banda desfilando por la 56, luego dábamos una vuelta por la plaza de mercado, la quinta, la cuarta y al colegio.

Hay unos recuerdos en particular que me llegan ahora y por ello titulo este articulo “ A la salida”.

Hora del descanso. Avalancha de muchachos por las escaleras. El patio es un hervidero de gritos, balones, corrillos, los baños saturados, el coscorrón repentino a alguien, por nada, por todo, por juego. El empujón, la patada que se escapa y la voz de tarro surcando el espacio. “ Señores!!” … Silencio… Miradas que se cruzan y la fatídica frase. “ A la salida, ¿oyó? A la salida nos vemos.

Se jodío la mañana, el resto de horas de clase transcurriendo aceleradas y uno sin poder atender ni entender, porque a la salida del colegio había una cita fatal pactada en uno de los parque aledaños, donde los profesores no nos encontraran.

La noticia se extendía como pólvora. Fulano y Zutano se van a encontrar a la salida, la saliva espesa y esas ganas de desaparecer que entraban en la ultima hora, donde las únicas ganas que había eran las de ir corriendo a casa a tomar sopa y luego jugar al fútbol. Y es que sobraban acomedidos para llevarle a uno la maleta, tenerle el saco y soltarle la corbata. Pálida la piel del susto. Al vencido después de algunos puños siempre le acompañaba a su casa su mejor amigo. El vencedor era arrastrado por un remolino de niños que le alababan de lo berraco que había sido. Otras veces el escenario quedaba vació en un pliz plaz a la voz de…” Hay vienen Escobar”.

Que tiempos aquellos, sin Airback ni Nitendo. Podriamos escribir un libro entre todos, juntar memorias, revivir historias, soñar recuerdos como el del primer beso.

La historia de los justos romances. Bueno por ahora dejemos los santos quietos que esas serán otras historias. Mejor: A la salida lo espero para tomar un café, para decirte que es una suerte volvernos a encontrar. ®©

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