Treinta años sin un
amigo
en agosto cien años de su nacimiento.
Por: Alberto Amórtegui
Y es que de que otra manera se le puede llamar a una persona
que en muchos momentos y por infinidad de razones se ha hecho tan cercano con
su voz y sus textos que acudes a él cuando llegan extraños momentos.
Fue de la mano de una poeta colombiana que nos presento.
María Isabel García M tienen los ojos grandes y llenos de historias, ha mirado
el mundo en todos los colores ella me conto el primer secreto de la Maga.
Tiempo después en una costa caribeña Kalisma, otra poeta de sueños quien recogió
los desvencijados textos de mi amigo que atados por un cordel había sobrevivido
naufragios y diluvios y me los cambio por una edición nueva para que siguieran
conmigo sobreviviendo al tiempo a otros nuevos naufragios y diluvios.
Rayuela; olía a nuevo, como nuevo se me antojaba volverlo a
leer, a volver a marcar citas en tinta roja y escuchar el jazz que los
acompaña. Un día como hay falleció mi amigo el siempre joven Julio Cortázar. (12
de Febrero 1984)
Mucho se ha escrito sobre Rayuela desde el 63 cuando Julio
la escribe. Miles de métodos para entenderla,
análisis, tesis, graduaciones, doctorados, expertos y maestros de la
literatura hablan de cómo leerla, y sin embargo
existe una forma simple de conocerla, leyéndola sin prevenciones ni
vericuetos.
Sin duda es un de las mejores novelas contemporáneas, una
practica letra a letra de una nueva forma narrativa, una reflexión sobre como se va escribiendo
invitando al lector que rompa la
pasividad y juegue con ella el juego de la Rayuela.
recordemos a Julio Cortázar en este fragmento:
“La Maga acababa
por levantarse y daba inútiles vueltas por la pieza. Más de una vez la vi
admirar su cuerpo en el espejo, tomarse los senos con las manos como las
estatuillas sirias y pasarse los ojos por la piel en una lenta caricia. Nunca
pude resistir el deseo de llamarla a mi lado, sentirla caer poco a poco sobre
mí, desdoblarse otra vez después de haber estado por un momento tan sola y tan
enamorada frente a la eternidad de su cuerpo.”