Monday, July 15, 2013

Triste decadencia



Pobre de mí, SanFermín y abusos

Por: Alberto Amórtegui
Cantaron a las 12 de la noche  los compungidos participantes de San Fermín.
Durante 9 días los pamploneses desbordan y se ven desbordados de alcohol, toros, aplastamientos, corneadas, robos , agresiones y abusos enmarcados en esta fiesta roja y  blanca  que tienen su origen en épocas medievales.

Aquello que era una rutina de los pastores entrando los toros al pueblo se convierto en  encierro (antes era entrada) y se corren por primera vez por Lacalle estafeta.
 Dicen las crónicas que los primeros en desafiar las prohibiciones que impedían correr delante de los astados fueron los carniceros del Mercado de Santo Domingo, situado junto a la cuesta del mismo nombre. En 1867 el consistorio dicta un bando para reglamentar la carrera, y se documenta el primer "montón".

Fue en 1926 cuando al escritor Ernest Hemingway se le ocurrió la feliz idea de  escribir “ Fiesta” El mejor boom publicitario de los que se tengan historia, leído mundialmente atrajo tanto la atención de extranjeros y nacionales que pamplona durante esta semana de fiestas pasa de 190.000 habitantes a más de 1.000.000 de personas.

Pero aquí poco me interesan los astados, el encierro, y las corridas, elementos que opacan bajo una capa mal oliente de vino y bonito muchas otras actividades de tipo cultural.

Me interesa la otra parte, aquella que envilece una fiesta ya por si vil con el trato a los animales, la actitud malandrina y machista que aprovechan cualquier ocasión para que desde la impunidad del montón comentan sus abusos. El numero de violaciones y agresiones a mujeres va en aumento sin que al respecto se haga algo.

Una chica sube a los hombros de un joven durante el chupinazo. Puede que la chica se quite la camiseta si le apetece y que haga lo mismo con el sujetador si así le parece.

Lo que no es correcto es que ellos, en su orgía interior de Calimocho (mezcla de vino y refresco) , toros y testosterona, no se preguntan si ella desea ser tocada o no. Lo hacen simplemente porque si hay una teta, se ven con derecho a tocarla usando y abusando a la mujer.

Imágenes que tienen algo en común: decenas de manos rompen la ropa de la chica  y manosean absolutamente todo lo que desean sin, por supuesto, esperar consentimiento.

Sobre ellas. No tengo nada que decir,  si quieren ejercen su derecho a desnudarse que lo hagan. Es estupendo ponerse en cueros pero ello no es una invitación al baboseo ni significa  que hay barra libre.

Monday, July 01, 2013

Rayuela 50 Años


Rayuela.
Por Alberto Amórtegui

Tendría 7 años cuando con los niños del vecindario trazábamos  en un piso de tierra los cuadros y los medio círculos por donde saltaríamos entre números jugando a la rayuela para conseguir el cielo.
 
En ese mismo momento Julio Cortázar también jugaba rayuela entre letras y capítulos, construyendo uno de los libros mas entrañables entre lo que he leído.

Seria muchos años después, cuando de la mano de una poeta llamada Isabel que tenia la magia de hacer  entre otras cosas de hacer revivir las mariposas amarillas que visitaban su pueblo, emprender el camino de Rayuela donde buscaría una maga que quizás tenia a mi lado. 
 
Llegar a Rayuela (la de Cortázar) fue la suma de muchos eventos, de la maestra Antonia, la que me enseño las vocales. La de mi hermano Raúl que me regalo mi primer libro, hasta la Profesora Rosa que en sus clases nos hacia acercarnos al pensamiento propio, a la filosofía y a la exploración de escritores del mundo.

Pero fue la dulce poeta, la que me presento la Arcadia y camino conmigo los vericuetos de la historia presentando personajes que se fueron haciendo entrañables y permanentes compañías en mi vagabundear.
 
Rayuela cumple 50 años, con su mágico poder en envolvernos en un juego, de permitirnos leerlo de muchas formas de tropezarnos sorpresivamente con el Gígligo, ese idioma creado por Cortázar y que quiero recordar en este apartado.
 
Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.
 
Feliz día Rayuel@s.